Uno de mis temas recurrentes es el uso de nuevas tecnologías en la atención de pacientes. Me interesa especialmente el tema de que no todo lo “último” o lo más “nuevo” es sinónimo de mejor. Ejemplos de cosas nuevas que no son mejores hay muchos. En este caso, el tema son las fichas clínicas electrónicas.
Existe la convicción de que las fichas clínicas electrónicas resolverán todos los problemas de registro de la información de los pacientes, que ésta se encontrará disponible en cualquier parte y que los doctores podrán ver la información, analizarla y utilizarla para tomar mejores decisiones. Todo esto es cierto, siempre y cuando se las fichas se implementen adecuadamente y se adecuen a una buena manera de trabajar. Si no se implementan de manera adecuada (ejemplos hay miles), si se implementan en un ambiente que tiene procesos inadecuados (ejemplos sobran) o si las fichas no reflejan esa buena manera de trabajar, los resultados no serán los esperados.
Recientemente apareció un artículo en la revista Journal of General Internal Medicine donde se entrevistó a un grupo de doctores en EE.UU. y les preguntaron si la ficha clínica electrónica servía para coordinar el cuidado de sus pacientes (bajo la premisa de que un cuidado coordinado es mejor que uno que no lo es). Los resultados mostraron que hay una serie de elementos que no ayudan y más bien dificultan el cuidado coordinado de lo pacientes. Una de las posibles razones que dan los autores es que las fichas clínicas electrónicas en EE.UU. nacieron inicialmente de la necesidad de mejorar el cobro de las prestaciones y no para mejorar la atención de los pacientes. Y precisamente eso es lo que mejor hacen esas fichas, optimizar el sistema de cobros.
La gran tarea que nos queda a nosotros los que nos dedicamos a la Informática Biomédica es imprimirles esas funciones a estos nuevos sistemas, asegurarnos que se implementen bien y en lugares donde los procesos sean los adecuados. Como dijo Herbert Simon, “no hay moral implícita en la tecnología. La tecnología expande nuestra manera de pensar acerca de las cosas, expande nuestra capacidad de hacer cosas. Si somos malas personas usaremos la tecnología para malos propósitos, y si somos buenas personas, la usaremos para buenos propósitos”.