Recientemente el Ministro de Salud, Dr. Mañalich, dio una entrevista al Diario el Mercurio donde se refería al problema de la gestión dentro de la red pública de salud. Si bien probablemente no conozca el problema con tanto detalle como el Sr. Ministro y podemos diferir en algunos detalles, he trabajado en hospitales públicos y privados y comparto el diagnóstico que él hace. El problema es que el diagnóstico lo conocen todos – todo el mundo sabe que los hospitales públicos no funcionan bien, que están endeudados, que los incentivos están mal diseñados, que la calidad podría ser mejor, etcétera – pero nos quedamos en el diagnóstico y escasean las soluciones de peso.
Creo que el problema no se soluciona porque nadie está dispuesto a asumir el costo político que implica cambiar las cosas. Porque mejorar la eficiencia habitualmente implica hacer auditorías de calidad, eliminar el personal que no está haciendo bien la pega, cambiar descripciones de cargo, poner incentivos en la forma de sueldos varibles, etc. Y nada de eso es popular. Y si un ministro quiere implementar medidas impopulares, va a generar un paro de los gremios de la salud, se va a encender la opinión pública y cientos pedirán su cabeza. Hasta ahí no más llegó la iniciativa. Y si el presidente decide respaldar 100% a su ministro y no sacarlo, el precio lo va a pagar él, con caída en las encuestas y demases y van a ser los partidos del gobierno los que van a impedir que se siga avanzando. El resultado es que tenemos un Ministerio de Salud y una red pública que son como un hipopótamo. Grande, pesado y poco ágil, que le gusta estar sumergido en el agua durante todo el día. ¿Por qué no decir que es como un elefante? Pues porque los hipopótamos además tienen un genio que es de temer y son uno de los principales causantes de ataques a personas en África. Así que grande, pesado, poco ágil y mal genio. ¡Vaya pega la de ser ministro de salud!
¿Y entonces como se hace? Yo no tengo panaceas, pero sí tengo ideas. Cuando todo está en contra la única solución hacerlo de una forma en que a todos les guste. Suena imposible. Yo creo que es posible. No diría que todos, pero sí que a la gran mayoría le gusta que las cosas se “modernicen”. Y qué mejor símbolo de modernidad que implementar tecnologías de la información. Hoy todo el mundo usa estas tecnologías, en Chile casi tenemos más celulares que personas. Bueno, si logramos implementar adecuadamente tecnologías de la información en nuestra red pública (adecuadamente = bien diseñadas, probadas, con capacitación, etc), nos vamos a encontrar con algo sorprendente… que ahora sabemos lo que pasa al interior de nuestros hospitales. Podemos saber quién tiene mejores resultados, quien es más eficiente, quien está haciendo bien la pega y quien no. Y esa información puede hacerse pública (resguardando por supuesto la privacidad de las personas)….. y así tendremos a una opinión pública empoderada para presionar por los cambios que quiere.
Actualmente, si a un paciente no lo atienden bien o hay insumos que faltan o no hay horas, la respuesta es que no están los recursos….. y la culpa es del Gobierno y del Ministro de Salud de turno. Y el Gobierno dice que no se está gestionando como se debe. Y al final nadie sabe lo que de verdad pasa. Si tenemos un sistema que es transparente, no como nuestro querido hipopótamo que tiene piel gruesa y dura, podremos finalmente saber qué es lo que pasa y por donde deben ir las soluciones. ¡Abriremos la caja negra!
Con la transparencia vienen responsabilidades también. Pero eso será tema de otro post.