Mucho se ha escrito acerca de los potenciales beneficios de las fichas clinicas electrónicas. Pero la evidencia de su beneficio sigue siendo escasa (ese será tema de otro post). Esa una de las razones que explican por que no se han difundido ampliamente en nuestro pais. Esta situación nos debe motivar – en primer lugar – a seguir estudiando formalmente cuales son los costos y beneficios de estos sistemas. Pero esta situación también tiene como consecuencia el que nadie esté claramente dispuesto a hacerse cargo de los costos de implementar un sistema de fichas clínicas electrónicas. La pregunta entonces es ¿quien debe pagar por ellas?
La pregunta de quien debe pagar por ellas no es trivial. La respuesta obvia es: los que se benefician de ellas…. pero si no sabemos cual es el beneficio y como cuantificarlo, la respuesta se hace difícil. La apuesta debe ser por las propiedades emergentes de las fichas clínicas electrónicas. La apuesta es que, una vez que tengamos un sistema de información instalado, vamos a poder mejorar la forma en que se atienden los pacientes, la manera en que nos comunicamos con nuestros pacientes, como se comunican las personas que trabajan en la salud. ¿Y quien se beneficia de todas esas cosas? Yo creo que todos. Por eso creo que en el sistema público debiera ser el estado el que lidere las iniciativas de implementación de las fichas clínicas electrónicas. Es lo que ya se hizo en Europa, en países con sistemas públicos de salud. En el sistema privado es más complejo, pero debieran modificarse los incentivos para que los prestadores privados no tengan más opción que implementarlos. Eso es lo que se está haciendo en EEUU.
Hasta que no tengamos un sistema instalado y que se adapte a nuestras necesidades, no vamos poder dimensionar los beneficios.